Tengo un problema para poner título a mis escritos

Tengo un problema para poner título a mis escritos

Llevo algún tiempo queriendo compartir esta desilusión con vosotros, lectores del blog. Sé que no estoy solo en esto, sé que no puedo ser el único. En serio, si hay algún escritor en la sala que comparta mi problema, que alce la voz y lo diga abiertamente. Animaos, formaremos un club y habrá premios para todos y esas cosas. Va, ya, en serio. Me confieso; tengo un problema para poner título a mis escritos. Un doloroso, frustrante e incómodo problema que me persigue allá a lo que mi cabeza y mis dedos escriban.

¿Qué por qué lo sé? Bueno, quizás porque hay una especie de sensación en mi interior que me molesta contínuamente cuando escribo. Más bien una sensación con vocecita que dice: «¡Eh! ¿Has pensado ya un título para esto?» «¡Eh! ¿Cómo vas a nombrar a este nuevo libro?» «¡Eh! ¿Seguro que ese título es bueno, te convence, transmite la esencia de lo que has escrito, llamará la atención? ¿Me estás escuchando? ¿Es realmente bueno? ¿Seguro? ¿Por qué no piensas un centenar de títulos más? Solo por si acaso, eh, quizá deberías darle una vuelta más, a ver si se te ocurre algo decente, inútil». Y en ese momento es cuando deseo coger una pistola entre mis manos para poder hacer callar a esa voz de mi cabeza de un jodida vez.

Veréis, ¿os acordáis de que hace unos meses dije aquí en el blog que había terminado mi segunda novela y que empezaba a corregirla? ¿Sí? Y, ¿os acordáis también que hasta tuve el valor para desvelar el título e incluso subir un par de fotos? Ejem… sí, pues tiene gracia. Esto… Que nada… Que lo he cambiado. Que el libro ya no se va a llamar así. Ya no va a ser La conjuración del tiempo. ¿A que es gracioso? ¿No? ¿Nadie se ríe? ¿Nadie? (*Dani se acerca a la pistola y amartilla el percutor…*)

Porque todos llevamos un Homer dentro.

No, venga, sigo. Pues sí, he cambiado el título de la novela. No terminaba de convencerme del todo. No es que haya estado buscando nuevos títulos como un loco, porque quería dejar ese, pero al final me ha llegado uno mejor. Uno que me convencía más. Entonces me he peleado con él durante varios días, diciéndole que no podía ser, que ya tenía un título, que llegaba tarde. Pero me ha ganado la discusión y al final he tenido que cambiar el título… Pese a todo, lo siento, no os lo diré. No voy a desvelarlo abiertamente por internet. No quiero arriesgarme. No quiero que esto se convierta en un círculo imperfecto en el que desvelo un nombre y después lo cambio y vuelta a empezar. Realmente no creo que vuelva a cambiarlo, pero, solo por si acaso. Y mejor así (de momento).

Lo que vengo a decir con esta entrada (además de apuntar lo dicho justo encima), es que mi cabeza nunca descansa a la hora de poner título a algo que haya escrito. Y cuidado, porque no me pasa solo con un libro. Me pasa con cualquier cosa; con un relato corto, con una entrada para el blog, con una sección nueva, con un capítulo de una novela, etcétera… Es agobiante. Me suelen suceder dos cosas a la hora de poner título a algo. Por un lado, o me lo pienso mucho, pero mucho mucho, y le estoy dando vueltas largos días al título. O por arte de magia me llega él solito, como si ya lo tuviese en la cabeza antes incluso de escribir, y se lo pongo inmediatamente al escrito y ahí se queda para siempre. Es gracioso, ¿verdad? O me machaco la cabeza horas y horas, o se lo pongo por una intuición divina que me dice que sí, que ese es bueno y que ese se queda.

Me pasó con mi primera novela, Pesadillas del Futuro. No es un título que me guste al 100%, pero le va bien al libro. Creo que transmite una idea, un conflicto, una curiosidad al lector desconocido. Fue un título que puse nada más empezar a escribir el libro, cuando aún me faltaba muchísimo por hacer. Y pensé que lo terminaría cambiando, que sería algo temporal, pero ahí se quedó. Mi cabeza no me pidió guerra esa vez. Me ha pasado así con algunos otros relatos que he escrito de vez en cuando. Eso de que, justo al terminar de escribirlo, pum, ahí tenía el título (a veces incluso antes de escribirlo entero, como Estático o Caer…). Sin embargo, por ejemplo, hace unos meses releyendo uno de mi relatos, y casi un año después de haberlo escrito, oye, pues nada, que se me ocurrió algo mejor y le cambié el título. Llamadme loco. O me quedo contento de golpe, o estoy en problemas, porque entonces sé con certeza que me pasaré mucho tiempo buscando el título adecuado.

Con este nuevo libro me ha sucedido. No tanto con los capítulos de dentro, eso sí, pero también hubo sus cosas. Hay 65 capítulos en total (bastantes), y con pocos (por suerte) tuve pelea para encontrar el título acertado. Aún así, no os creáis que fue fácil siempre. Hace unos días, volviendo a revisar el libro y sus errores, decidí cambiar el nombre del último capítulo. Un título que creía bueno el día que lo escribí, pero que ahora no veía tan brillante. Peores fueron los quebraderos que tuve con el capítulo número 57. Al principio se llamaba «Engranajes en movimiento», cosa que no me gustaba para nada. Así que pienso y pienso. «¿Cuál puede ser el título ideal?» Usualmente para los capítulos de este libro usé muchos sustantivos que tuviesen que ver con lo que pasaban dentro de «ese» capítulo. Pero con el número 57, nada. No encontraba nada. Y me estaba cabreando. Hasta que un día, harto de la fijación, me desperté y os juro que mi cabeza dijo lo siguiente: «Sin título adecuado». Y que me parta un rayo ahora mismo si no ha sido ese el título definitivo que le he puesto al capítulo. Y bien a gusto que me he quedado.

El problema, yo creo, es que me obsesiono demasiado con encontrar esa pieza que encaje como anillo al dedo. Creo que le doy más importancia a los títulos de la que realmente tienen. homerPero es que un buen título es tan importante… Los libros que más me gustan tienen un buen título, y las películas, las series o grupos de música… Pero, en fin. ¿Qué sería de este arte si todo fuese siempre fácil y sencillo? A veces pelear un poco hace que demos lo mejor de uno mismo. Y, lo cierto, es que dar justo en el punto correcto, en el centro de la diana, es un alivio y una sensación reconfortante sin parangón.

7 comentarios en “Tengo un problema para poner título a mis escritos

  1. ¡Hola! Me sumo a las personas que tienen problemas con los títulos. Estoy terminando la edición de mi libro y hay capítulos a los que les estoy cambiando el título porque no me gustan nada (aunque en su momento los elegí porque me cuadraban).

    Sobre los títulos de los libros, a veces vienen desde el principio para quedarse, y otras permanecen como «Nuevo proyecto sin título» (numerados si hay varios) porque no encuentro nada que quede bien. O porque estoy esperando a avanzar más en la trama pensada para poder darle uno correcto.

    Eso sí, tampoco es bueno obsesionarse de más porque puede ser que ninguno te convenza y acabes hecho una mierda jajaja.

    Saludos.

    • Totalmente cierto. Por ejemplo, estoy elaborando ideas y estructuras narrativas para lo que quiero que sea mi nueva novela, y de momento no tengo título para ella. Ya ha habido alguna que otra buena idea que me gusta, pero por ahora la he nombrado simplemente «03» (por eso de que va a ser la tercera novela que escribo).

      Es mejor no quemarse mucho con la búsqueda. Por experiencia sé que al final acaba llegando un título de una forma u otra.

      • Yo por eso no le dedico mucho tiempo, siempre acaba llegando el adecuado. Tarde o temprano. Y si lo necesito para no sentirme desnuda en ese sentido, entonces le pongo alguno provisional y listo. El que vale ya llegará ;). Y sino, creo que los números van bien jajaja.

  2. […] Me llevo preguntando desde hace unos días si las sensaciones serán las mismas para todos los escritores. Si ese… ese sentimiento de despedida, lo siente por igual hasta el más consagrado de los escritores, como hasta el chico joven que nadie conoce y que ha dedicado el último año de su vida a una obra que quizá nunca vea la luz. Me refiero a lo que se siente cuando terminas de escribir un libro. Y es que, hoy, puedo decir por fin abiertamente que he terminado de escribir mi segundo libro; La conjuración del tiempo. […]

  3. Buenas tardes… (Sí, ya lo sé: «esto es Internet, aquí los husos horarios no sirven, la gente puede leerte a cualquier hora»). Me pasa igual que a ti. Me obsesiono mucho con los títulos y les doy una importancia descomunal, pero es porque yo también pienso que son muy importantes. Hay que crear un grupo de terapia ya 🙂 Me ha encantado tu artículo. Gracias. Un saludo.

    • ¡Y tanto que habría que crear un grupo! Podríamos llamarlo… llamarlo… Uhmm, ¿qué nombre le ponemos? ¿A alguien se le ocurre un buen título? (Oh, no… Ya empezamos. ¡Otra vez no! Jajaja)

      Gracias por pasarte, rachael 😀

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