Birdman o (la inesperada musicalidad de su batería)

Birdman o (la inesperada musicalidad de su batería)

Birdman, la gran ganadora de los Óscar 2015. El último gran éxito de Alejandro G. Inárritu. La gran crítica al mundo de Hollywood y los entresijos de los actores. Soy consciente de lo mucho que se habrá hablado ya de la cinta en internet. De hecho, yo mismo he visto ya bastantes artículos. Es una peli muy buena, muy interesante, y muy entretenida, el Óscar a mejor película es merecido (aunque me duele un poco que no se lo llevase Boyhood).

A primera vista, Birdman para mí era ya una perla que destacaba entre la multitud. ¿Por qué? Bueno, porque me enteré de que la peli estaba rodada en un falso plano secuencia toda ella, y, a mí me chilflan los planos secuencia. No lo negaré. No puedo evitarlo. Es algo que va más allá de mi razonamiento. Plano secuencia que veo, plano secuencia que disfruto al 100% como un niño pequeño, con la boca abierta y babeando (es solo una alegoría de lo mucho que me gustan, tranquilos). Así que la promesa de Birdman y su plano secuencia era suficiente para que pagase su entrada de cine. El caso es que ahí iba yo el pasado miércoles, con la ilusión de disfrutar de mis dos horitas de plano secuencia, y me encuentro, de pronto, con otra perla de la que no se ha hablado tanto en internet. ¿Qué pasa pues, con la banda sonora?

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Nuevo nombre y esas cosas

¿Os habéis fijado? ¡El blog tiene nombre nuevo!

El abismo de las ideas

Voy a explicarme. Llevaba tiempo queriendo cambiarle el nombre al blog. Pesadillas del Futuro es un buen nombre, pero no era un nombre que me gustase para el blog. No me convencía del todo. El caso es que cuando cree el blog lo hice para compartir cosas de mi primera novela, pero también cosas personales. Ahora ha pasado tiempo, y el blog lo estoy dedicando más a cosas personales, a ideas que rondan por mi cabeza. Así que era obvio para mí que no podía quedarme con ese nombre.

Este es, espero, el último cambio grande que haré (también podéis ver que he añadido en la barra de la derecha la sección: «Leyendo…», por si tenéis curiosidad por saber qué estoy leyendo en estos momentos. Al igual que algunos detallitos estéticos más. Y la dirección url del blog también ha cambiado). Ya el año pasado modifiqué el diseño del blog y no quiero marear más con tanta variación. Perdonar las molestias.

¿Y a qué se debe este nuevo nombre? ¿Por qué «El abismo de las ideas»? Bueno, es sencillo; mi mente es como un abismo. La mente de cualquiera, en general, es como un abismo. Cada día nos rondan cientos de ideas fugaces que se escapan en un abrir y cerrar de ojos, cayendo en el olvido. Todo está siempre desordenado. Es un caos. Un auténtico desorden de ideas. Pretendo que el blog sea un reflejo del caos de mi mente. Pretendo almacenar aquí muchas de mis ideas, de mis opiniones, de… cosas, en general… Así que aquí estamos, cayendo en el abismo de las ideas.

¿Os gusta? A mí sí.

¿La mejor definición de «amor»?

Era inevitable. Algo tenía que decir de El temor de un hombre sabio en el blog (la segunda parte de la trilogía Crónica del Asesino de Reyes, de Patrick Rothfuss). El libro lo he empezado a leer recientemente, y tenía pensado hablar de él o de Patrick en alguna entrada futura. Lo que no me esperaba es que la entrada fuese a tratar sobre este tema —que por otra parte, esta semana coincide con San Valentín—.

No sé, creo que sencillamente me ha gustado cuando lo he leído, y por eso lo comparto. Es un pequeño trozo del sexto capítulo del libro titulado «Amor». Kvothe, el protagonista, nos habla de lo que es el amor verdadero usando su laúd a modo de grandilocuente metáfora (aunque él está de verdad enamorado de su laúd). He leído, o escuchado, o visto un montón de definiciones de lo que es el amor, pero esta es, sin duda, de las que más de acuerdo estoy. Brillante.

Kvothe

Toqué suavemente la clavija suelta y pasé las manos por la tibia madera del laúd. Había sitios donde el barniz tenía arañazos y rozaduras. En el pasado lo habían tratado mal, pero eso no lo hacía menos maravilloso.

Sí, mi laúd tenía defectos, pero ¿qué importa eso cuando se trata de asuntos del corazón? Amamos lo que amamos. La razón no entra en juego. En muchos aspectos, el amor más insensato es el amor más verdadero. Cualquiera puede amar algo por algún motivo. Eso es tan fácil como meterse un penique en el bolsillo. Pero amar algo a pesar de algo es otra cosa. Conocer los defectos y amarlos también. Eso es inusual, puro y perfecto.