Verano con Mad Men

Mad MenEste año ha sido el último para la serie de televisión Mad Men. Tras siete temporadas en antena, la ficción de AMC se despidió el pasado mes de mayo de todos con su último capítulo. Sin embargo, yo todavía estoy lejos de verlo (aunque cada vez menos). Me pasó algo muy curioso con Mad Men, os lo contaré; hace dos años, si no recuerdo mal, en el verano de 2013, comencé a verla. Era una serie con muy buena crítica y de alto reconocimiento, así que me animé a ello. En eso estuve hasta llegar a la recta final de la segunda temporada, precisamente me quedé en La yet set (2×11). Y… hasta ahí. No recuerdo por qué ni qué hizo que dejase de verla, pero la dejé.

Esto de dejar series a medias no me es novedad. A veces me ocurre. A todos os habrá pasado. No es que quieras dejarla, pero algo pasa en tu cabeza para que la dejes aparcada (ojo, aparcada). Me sucedió lo mismo, hará también un verano, con A dos metros bajo tierra. Con ella tuve igualmente un visionado regular. Primero me vi dos temporadas, luego llegué hasta la mitad de la cuarta, y más tarde, casi un año después, conseguí terminarla. Pero a pesar de eso, oye, ahora es de mis series favoritas.

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Estático / Relato

Golconda - MagritteMirad, estoy quieto, ¿vale? El mundo parece estarlo conmigo en este preciso instante. Lo que quiero deciros, es que a veces es así. A veces hay que detenerlo todo un segundo. ¡Qué digo un segundo…! Mejor varios minutos. La aguja de mi tocadiscos imaginario está jugando a mi juego favorito. Nada de música. Y por favor, si vais a poner algo, que sea algo lento. Os lo digo en serio, paradlo todo. Paradlo hasta convertir vuestro mundo en una fotografía. Sí, en una fotografía. Si no sabéis de qué hablo es porque nunca os habéis parado a respirar ni a escuchar vuestras propias pulsaciones.

Uno… Dos… Tres… Respirad. Con los ojos cerrados podréis sentirlo mucho más. Mirad, no sé mucho de la vida y tampoco pretendo enseñaros nada a vosotros, que me miráis con esos ojos tan grandes y acusadores, pero quiero que os relajéis. Si no lo hacéis o no tenéis ningún interés en hacerlo ya podéis volver por donde habéis venido. Vale… Muy bien. Seguís aquí.

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La playa está sobrevalorada

Si fuese esta sí estaría valorada.
Si fuese esta sí estaría valorada.

Es julio. Hace calor, el sol siempre está a tope en el cielo y anochece más tarde de las diez de la noche. El verano es el verano. No puedo negarlo. Pero sí puedo negar una afirmación muy predicada en estos tiempos. Y es que la playa… joder, la playa está sobrevalorada. Siempre que llega el verano acabo pensando en esto, y tenéis que perdonadme pero necesito desahogarme de alguna manera.

Sí, no me gusta la playa (lo remarco por si hay algún despistado en la sala. ¿Qué sala, si esto es internet? Bueno, ¿te quieres callar tú y me dejas seguir con mis mierdas? Gracias). No me gusta por variados asuntos que expondré a continuación, pero creo que, sobre todo, no me gusta porque a los demás les gusta. Ya, ya sé que parece un argumento muy hipster. «Ay, tío, paso de ir a la playa, que ahora es muy mainstream». A ver, no digo que sea así. Pero en parte sí lo es. Tampoco me gustan muchas otras cosas que a casi todo el mundo parecen gustar. Siempre voy bastante a contracorriente (Já, já, tiene gracia. ¿Lo pillas? Contra-corriente. Corriente. Corriente en la playa. Por el oleaje y eso… Venga, ya cierro la puerta al salir. ¿Qué puerta? Si esto es internet, gilipollas). El caso es que casi que me causa cierta repulsión que a todos les flipe y que en cuanto hace una pizca de calor, veeenga, todos a la playa. Puaj… qué cansino.

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Tiempos olvidados / Cortometraje

¿Qué harías cuando ya no queda nada, cuando se borra el sabor de lo dulce, cuando ya no se escuchan risas de niños, cuando desaparecen las historias, cuando todo se torna oscuro y todo se evapora, incluso las nubes…?

La vida a veces se corta, se resquebraja, y muchas veces el tiempo, con sus caprichos, es quien rompe esa línea. La vida a veces se oscurece, se apaga, se funde a negro más temprano de lo que esperamos. Pero siempre quedan los recuerdos. O mejor a veces.

Si los tuyos se desvanecieran, ¿en qué cueva te refugiarías?

Tiempos olvidados

Esta es la sinopsis de Tiempos olvidados, cortometraje ideado por la escritora Tamara Andrés (Amentalista, 2015), y dirigido por mi hermano, Adrián González. Hoy, mi intención, es haceros llegar esta pequeña pieza si es que todavía no la conocéis. Como yo no quería faltar a la cita, metí las narices en todo este asunto y al final los diseños publicitarios del corto son cosecha propia. Además también puedo afirmar con orgullo que ayudé durante un par de días de rodaje como Script (ganándome un preciado lugar en los créditos, jéh).

La idea de Tiempos olvidados surgió ya hace casi un año, cuando Tamara escribió la historia. Mi hermano por su parte, es un apasionado en esto de grabar cosas y, además, ha terminado hace nada sus estudios de producción audiovisual. Por si fuera poco, creó Gliese Audiovisual, un espacio propio en el que cubrir proyectos, así que el verano de 2014 parecía el momento perfecto para plasmar la idea de Tamara con una cámara. Después de que lo planeasen mucho, y tras conseguir estupendos actores (Miguel Condal y María Carrera, actores de Pinga Teatro) y localizaciones, se pusieron manos a la obra. Como dije antes, yo conseguí colarme por ahí para echar una mano. El corto fue rodado en diferentes lugares de los alrededores de Pontevedra, y poco a poco lo han ido presentado por la zona; Vigo, Bueu, Santiago de Compostela, la propia Pontevedra…

Ahora, después de casi un año, por fin está disponible en internet para disfrute de todos. Y claro, me he visto en la obligación de publicarlo en el blog. Son apenas 6 minutos que os pasarán fugaces como pasan a veces las horas en nuestra vida. Una bonita historia que os hará reflexionar sobre nuestra fragilidad y lo mucho que hay que disfrutar plenamente del tiempo que poseemos. Sin más, espero que os guste. Y por supuesto, que lo compartáis con la gente que queréis. Merece la pena.

La forma perfecta de ver Toy Story

En España estamos a menos de dos semanas de que se estrene la nueva peli de Pixar; Del revés (17 de julio), lo que hace recordarme otras cintas del famoso estudio de animación. Me encanta Pixar, es de mis estudios favoritos, y ya no solo dentro del ámbito de la animación. Me mola tanto que de hecho hice en su día un artículo en La piedra de Sísifo contando una interesante teoría que la gente de internet ha ido fabricando acerca de cómo todas sus pelis están conectadas entre sí.

Toy_StoryPero hoy quiero centrarme en solo unas cintas en particular del estudio. Precisamente la que lo originó todo. La saga que seguramente más beneficio y reconocimiento mundial les ha dado. Hablo de Toy Story. La estupenda historia de los juguetes que poseen vida propia. Toy Story me ha marcado mucho en mi vida. Empezando porque es de las primeras películas de animación que recuerdo (aunque creo que la primera que vi fue Bichos). Siguiendo con que la idea que propone, que los juguetes están vivos y sienten, era algo que de pequeño me fascinó muchísimo. Tanto que así lo creía. Y miraba mis juguetes y los consideraba seres vivos, no cosas inertes. Y claro, fantaseaba con que ellos vivían aventuras cuando yo no miraba.

Toy Story es una completa maravilla. Bueno, casi todo lo que salga de las manos de Pixar es una obra de arte. Siempre que pienso en el futuro, y en si algún día tendré hijos, una de las cosas que más me emocionan, es imaginarme enseñándoles las películas del estudio. Películas con las que yo, y tantos otros, hemos crecido. Y que por mucho tiempo que pase, siempre serán preciosas. No hace falta que diga por lo que Pixar es grande. Todos lo sabemos. Son capaces de crear historias que entiendan los niños, con las que estos puedan disfrutar, pero al mismo tiempo alcanzar a los adultos y mandar un mensaje muy potente.

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