¿Qué harías cuando ya no queda nada, cuando se borra el sabor de lo dulce, cuando ya no se escuchan risas de niños, cuando desaparecen las historias, cuando todo se torna oscuro y todo se evapora, incluso las nubes…?
La vida a veces se corta, se resquebraja, y muchas veces el tiempo, con sus caprichos, es quien rompe esa línea. La vida a veces se oscurece, se apaga, se funde a negro más temprano de lo que esperamos. Pero siempre quedan los recuerdos. O mejor a veces.
Si los tuyos se desvanecieran, ¿en qué cueva te refugiarías?
Esta es la sinopsis de Tiempos olvidados, cortometraje ideado por la escritora Tamara Andrés (Amentalista, 2015), y dirigido por mi hermano, Adrián González. Hoy, mi intención, es haceros llegar esta pequeña pieza si es que todavía no la conocéis. Como yo no quería faltar a la cita, metí las narices en todo este asunto y al final los diseños publicitarios del corto son cosecha propia. Además también puedo afirmar con orgullo que ayudé durante un par de días de rodaje como Script (ganándome un preciado lugar en los créditos, jéh).
La idea de Tiempos olvidados surgió ya hace casi un año, cuando Tamara escribió la historia. Mi hermano por su parte, es un apasionado en esto de grabar cosas y, además, ha terminado hace nada sus estudios de producción audiovisual. Por si fuera poco, creó Gliese Audiovisual, un espacio propio en el que cubrir proyectos, así que el verano de 2014 parecía el momento perfecto para plasmar la idea de Tamara con una cámara. Después de que lo planeasen mucho, y tras conseguir estupendos actores (Miguel Condal y María Carrera, actores de Pinga Teatro) y localizaciones, se pusieron manos a la obra. Como dije antes, yo conseguí colarme por ahí para echar una mano. El corto fue rodado en diferentes lugares de los alrededores de Pontevedra, y poco a poco lo han ido presentado por la zona; Vigo, Bueu, Santiago de Compostela, la propia Pontevedra…
Ahora, después de casi un año, por fin está disponible en internet para disfrute de todos. Y claro, me he visto en la obligación de publicarlo en el blog. Son apenas 6 minutos que os pasarán fugaces como pasan a veces las horas en nuestra vida. Una bonita historia que os hará reflexionar sobre nuestra fragilidad y lo mucho que hay que disfrutar plenamente del tiempo que poseemos. Sin más, espero que os guste. Y por supuesto, que lo compartáis con la gente que queréis. Merece la pena.